El Punto de Vista de Clase contra las Drogas

Cuando nosotros, como comunistas, tomamos una posición con respecto a las drogas, necesitamos dejar claro que la tomamos desde nuestro punto de vista de clase proletario y no partiendo de percepciones y experiencias subjetivas. Estas últimas son limitadas y tienen una perspectiva liberal, centrándose especialmente en el individuo. El problema de las drogas es algo que concierne a toda nuestra clase social, así como a todos los comunistas.

Es evidente que, sin lugar a dudas, es precisamente nuestra clase la que recibe el mayor daño cuando se trata del abuso y adicción a las drogas, pero también en la influencia que tiene en otras áreas de las vida de nuestra clase. Esto significa que la cuestión que rodea a las drogas no es una pregunta individual, sino una pregunta de clase.

Los narcóticos no sólo esclavizan los miembros de nuestra clase por su abuso, sino que también se convierten en medios de subsistencia para algunos de ellos, y especialmente entre los jóvenes proletarios. Las drogas no sólo se convierten en la forma temporalmente «más fácil» de salir de una situación dura y estresante debido a sus efectos tóxicos, sino que la industria del tráfico también se convierte en una fuente de ingresos y un trabajo, especialmente en los «guetos» urbanos donde el estado burgués mantiene a gran parte del proletariado fuera del trabajo y excluído de la sociedad.

Debido a esto, muchos quedan atrapados y mantenidos en una posición de la que no pueden salir, donde todo está conectado a las drogas. Las drogas se convierten en una fuente de ingreso y, a la vez, en un consumo abusivo, un círculo vicioso donde unos pocos ganan un buen dinero a costa de la dependencia de otras personas e, incluso, de su muerte. Las drogas consumen a parte de nuestra clase desde dentro. Nos come físicamente y mentalmente y nos mantiene a raya, incapaces de luchar o destruir a nada más que a nosotros mismos.

El daño que te infliges a ti mismo y a los demás no sólo es enorme cuando se trata de tu salud, sino que el abuso de drogas también degenera la mentalidad, la ideología. La droga no sólo te lleva a destruirte a ti mismo, también es habitual que destruya también a las personas más cercanas, tanto mental como físicamente (especialmente si alguien está en el camino de la búsqueda del adicto de dinero o drogas).

Hay muchas cosas que se pueden escribir acerca de los tóxicos y las drogas, pero como se mencionó anteriormente, tenemos que adoptar una posición que encaje mejor con lo que se necesita en la lucha para la victoria del proletariado. Los narcóticos no sólo tienen un efecto sobre nuetra clase, debilitándola, sino que son un problema para toda la comunidad. Sin embargo, es indudable que los tóxicos y las drogas causan el mayor daño entre el proletariado y las partes oprimidas del pueblo. Esto significa que los comunistas también deben tener una actitud más clara y firme hacia esto.

Una política proletaria y revolucionaria que rodea a los tóxicos es la de contrarrestar su influencia en nuestra clase, política y culturalmente.

Debemos tomar partido frente a las actitudes burguesas y liberales, que glorifican a las drogas y las integran en el estilo de vida y la cultura. Estas son actitudes que, si el proletariado las toma como propias, acaban siempre beneficiando a la gran burguesía y a sectores de la pequeña burguesía. En última instancia, sin embargo, es el proletariado el que tiene que pagar el precio más alto.

¿Cómo pueden beneficiarse algunas clases de las actitudes liberales hacia los tóxicos?

  1. Hay partes de la burguesía que ganan mucho dinero directamente del tráfico de narcóticos. Entre los grandes capitalistas, hay conexiones con la economía negra y la mafia.
  2. Toda la burguesía se beneficia de la sociedad más frustrada y desesperada que elige los tóxicos como forma de rebeldía. Que la gente que pueda enfrentarse y resolver los problemas se degrade es una ventaja para la burguesía. En la historia, los capitalistas han empujado a los trabajadores hacia el alcohol, con el objetivo consciente de hacer más difícil organizar sindicatos.
  3. Parte de la burguesía y la pequeña burguesía adoran el liberalismo como forma de vida; todos deben ser capaces de hacer lo que quieran. La libre elección es ideal, porque es la legitimación ideológica de convertir todo en mercancía. El capitalismo convierte todo en mercancía, y necesita una ideología que lo justifique.
  4. No sólo como ideología el liberalismo es un requisito para el capitalismo. El intercambio de bienes a través de las fronteras y la economía monetaria son absolutamente necesarias para los grandes capitalistas. Con el flujo de mercancías, viene el flujo de drogas. Con la economía monetaria, vienen la economía en negro del capitalismo ilegal. La mafia se estableció en Sicilia bajo el auge de la industria de los cítricos – en el borde de esta economía floreciente. Las tríadas criminales chinas lucharon a vida o muerte contra los comunistas por la toma del poder en China. El capitalismo y el crimen organizado van de la mano, porque son productos de la compra y venta, de dinero y de las ganancias. Por lo tanto, la «democracia» burguesa liberal es incapaz de eliminar el crimen organizado.
  5. La burguesía y las partes superiores de la pequeña burguesía tienen los recursos y las oportunidades de usar las drogas para la recreación de una manera más segura que el proletariado. Pueden permitirse una mejor calidad, que es menos peligrosa para su salud. Tienen dinero para su rehabilitación, si es necesario. Tienen más flexibilidad en el trabajo y la vida, lo que hace los tóxicos menos dañinos en su vida cotidiana.
  6. La salud física y mental es mejor dentro de la burguesía y de la pequeña burguesía que en el proletariado. Esto hace más fácil el uso de bebidas alcohólicas como forma de ocio, sin llegar a ser dependientes o tener daños crónicos. Por lo tanto, las drogas se vuelven menos peligrosas para estas clases.

Dicho esto, la burguesía quiere limitar los tóxicos para que no se los apropien, especialmente los proletarios que trabajan para ellos. Por lo tanto, ellos y su estado patrocinarán programas para limitar los tóxicos y ayudar a las personas a combatirlos. Sin embargo, debido a todos los puntos mencionados, ni pueden ni se ocuparán del problema en sus raíces.

Las drogas son una carga y una plaga en nuestra clase, otro eslabón que nos mantiene bajo su opresión. Nuestra opinión es que la clase obrera debe romper todos estos vínculos.

Los comunistas no sólo deben rechazar los estupefacientes y la cultura que rodea a los tóxicos; al contrario, debemos promover alternativas como el deporte, la vida al aire libre, la cultura roja, la cooperación en la lucha, la unidad y la solidaridad. Luchamos por fomentar el deporte obrero, la música roja y los colectivos que se cuidan unos a otros. Y queremos luchar por que los barrios proletarios se conviertan en bastiones contra la mafia y el narcotráfico.

Luchamos por socializar el tratamiento para aquellos que tienen problemas con las drogas, en lugar del acoso policial, pues el abuso de tóxicos es, de hecho, un problema de salud que suele tener raíces sociales, o estar relacionado con problemas mentales y otros desafíos que crean la necesidad social, beneficiosa para la clase dominante, de que la gente busque tratarlos a través del uso de tóxicos.

The translation of this article was done with the help of the comrade from http://cuestionatelotodo.blogspot.nl

Source: https://tjen-folket.no/Sentralt/view/12371