Duterte arrastra a Filipinas al medio de la incipiente guerra entre Estados Unidos y China

Las declaraciones de Duterte de no querer que Filipinas sea arrastrada a una posible guerra en el Mar de la China Meridional (MCM, También conocido como Mar Occidental de Filipinas) se contradicen con sus acciones. De hecho, su traición a dos bandas a la soberanía nacional pone al país en gran riesgo de quedar atrapado entre un posible inicio de hostilidades armadas entre imperialistas estadounidenses y chinos.

La descarada sumisión de Duterte a los Estados Unidos, la venta de la soberanía de Filipinas a China y la incapacidad de perseguir una política de paz activa lo han conducido a no poder oponer resistencia a la militarización del MCM por ambas potencias. Los territorios del país, tanto terrestres como marítimos, se han convertido en uno de los potenciales campos de batalla, así como objetivos y plataforma de guerra en detrimento de la soberanía nacional del pueblo filipino.

Por una banda, Duterte se compromete a ceder los derechos soberanos del país a China con la firma de un acuerdo para la «exploración conjunta» del MCM y el «condominio» con China, donde China insiste en presuponer su soberanía sobre los territorios. Esto será equivalente a una venta total de billones de dólares de recursos marinos y minerales de Filipinas en el MCM a cambio de unos cuantos millones de dólares en préstamos de alto interés para proyectos de infraestructura cargados de corrupción. Al hartarse de anticipos de préstamos de China, Duterte conseguirá que Filipinas quede sometida a la esclavitud de la deuda china. A mayores, la decisión de permitir operar en Filipinas a la franquicia estatal China Telecom le da a China un mayor control de la economía del país.

Escondiéndose tras la declaración de que «Filipinas no puede permitirse ir a la guerra contra China», Duterte, para colmo, ha optado por no alzar ni un solo gemido de protesta ante la frenética construcción de instalaciones militares chinas y la reivindicación territorial dentro de los mares soberanos de Filipinas. Duterte es cómplice de la militarización china del MCM.

Por otra banda, también es cómplice de la militarización paralela estadounidense del MCM. Ha permitido que más y más buques de guerra con capacidad nuclear de los Estados Unidos hagan uso de muelles filipinos como instalaciones militares y plataformas (lo que en su forma suavizada se conoce como «visitas rutinarias a puerto») a la par de las llamadas «operaciones de libertad de navegación». Todo esto conlleva el despliegue de flotas de portaaviones estadounidenses en el MCM y otras partes del Pacífico. El objetivo de Estados Unidos es preparar el poder militar, contener la expansión de China y desafiar su poder en el MCM, incluso a riesgo de provocar enfrentamientos armados.

Duterte es un hipócrita por declarar de manera pomposa que él no quiere que ningún país almacene armas en Palawan, cuando, de hecho, nunca se ha pronunciado en contra de la participación estadounidense en la construcción de la Base Naval de la Bahía de Ulungan y otras bases navales en Palawan que las AFP [Fuerzas Armadas de Filipinas] han «ofrecido» durante mucho tiempo para uso del ejército estadounidense bajo el Acuerdo Aumentado de Cooperación de Defensa (EDCA, por sus siglas en inglés). También ha permitido que Estados Unidos construya sus instalaciones militares en al menos otros cinco campamentos de las AFP para almacenar armas y posicionar tropas estadounidenses. Estados Unidos afirma que estas instalaciones almacenan material como «ayuda humanitaria y respuesta ante desastres» para ocultar sus verdaderos propósitos militares.

Al mismo tiempo, Duterte ha permitido que Estados Unidos endurezca cada vez más su control operacional sobre las AFP a través de los denominados entrenamientos conjuntos y le proporciona armamento estadounidense para garantizar la «interoperabilidad», donde las unidades de las AFP pueden ser integradas con facilidad en las operaciones de Estados Unidos. Hay 200-300 asesores militares estadounidenses en posición permanente en Filipinas bajo la Operación Águila del Pacífico-Filipinas (OPE-P, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos. El ejército estadounidense está al mando de las operaciones de “contrainsurgencia” de las AFP, proporcionando equipo de campo, drones y entrenamientos para unidades especiales de combate así como asesoramiento y equipo para la guerra mediática y en redes sociales. Duterte no ha intentado en ningún momento revocar los diversos tratados militares unilaterales con los Estados Unidos, como el Tratado de Defensa Mutua, el Acuerdo de las Fuerzas de Visita y el EDCA que le aseguran a los Estados Unidos un dominio militar continuo.

Por ser una semicolonia estadounidense en las últimas siete décadas, Filipinas se ha utilizado durante mucho tiempo como un peón en el hegemonismo estadounidense. En la década de 1950, las bases militares de los Estados Unidos en Filipinas se usaron como punto de lanzamiento para el despliegue de tropas estadounidenses en su guerra intervencionista contra Corea. En la década de 1960, el país se utilizó como plataforma para su intervención a gran escala en Vietnam. En las dos guerras de intervención de Estados Unidos en Corea y Vietnam, el gobierno filipino envió tropas y personal. En las décadas de 1970 y 1980, en su intervencionismo en Oriente Medio. Es bien sabido que los Estados Unidos desplegaron armas nucleares en Clark y Subic, pero mantuvieron la política de «ni confirmar ni negar» el asunto. En la década de 1980, también usó el país para organizar al Abu Sayyaf y reclutar a los denominados «yihadistas» en su guerra de subversión en Afganistán.

Como semicolonia estadounidense, Filipinas ha sido objetivo constante de los rivales imperialistas de Estados Unidos y de sus enemigos declarados. En la Segunda Guerra Mundial, el país fue atacado y ocupado por las fuerzas imperiales japonesas. En los años sesenta y setenta, las bases militares de Clark y Subic siempre estuvieron entre los objetivos de los misiles y cabezas de guerra nuclear rusos.

Hace unas semanas, un antiguo general militar estadounidense en Europa publicó un comunicado en el que prevé una guerra entre Estados Unidos y China en 15 años. Independientemente del marco de tiempo, un conflicto armado internacional entre potencias imperialistas es, de facto, la consecuencia más probable de las crecientes contradicciones y conflictos comerciales, así como del control de áreas de influencia y campos de inversión.

En medio del aumento de las tensiones económicas y militares de Estados Unidos y China y el empeoramiento de la crisis del sistema capitalista mundial, Filipinas se está convirtiendo tanto en herramienta como en objetivo de ambas potencias imperialistas. Sin un cambio radical en la política de sumisión de Duterte a las potencias imperialistas, el país finalmente será arrastrado al medio de los futuros conflictos interimperialistas.

Esto solo puede prevenirse prestando atención a la exigencia del pueblo filipino de que se respete firmemente la soberanía nacional filipina y se aplique activamente una política de paz y no alineación.

Partido Comunista de Filipinas

Traducido al español por Redspark
Fuente (en):
Partido Comunista de Filipinas www.philippinerevolution.info