A Nova Democracia nº 213 Editorial – La intervención militar justifica las matanzas como ‘actos de resistencia’

Tras cumplirse cinco meses de la intervención militar en Río de Janeiro, la evaluación de las principales instituciones que supervisan las actividades del ejército al frente de la policía indica resultados bastante pobres en relación con los objetivos presumidos en la época del decreto.

Si comparamos la cantidad de tropas movilizadas con la cantidad de armas y drogas incautadas, aparte del número de órdenes de encarcelamiento efectuadas, queda claro el tremendo fracaso, tal como anunciamos por adelantado en anteriores ediciones.

Lo que destacó de forma vergonzosa y terrible fue la cantidad de asesinatos practicados por los militares, en general enmascarados bajo la expresión «actos de resistencia».

Verdaderas matanzas en Maré, Alemão, Chapéu-Mangueira, Cidade de Deus, Praça Seca, Salgueiro, Lins, en fin, en las chabolas de la zona metropolitana de Río de Janeiro.

De las colinas de Río de Janeiro nacen los afluentes de este inmenso río de sangre, retrato de la guerra civil reaccionaria promovida por las clases dominantes mediante su podrido Estado brasileño, cuyas Fuerzas Armadas asumen cada vez más el mando de la represión y el genocidio de las masas pobres del país.

El caos implantado por los militares en las chabolas de Río de Janeiro -con invasión de domicilios, identificación de habitantes, faltas de respeto a mujeres y niños, asaltos de madrugada y durante el horario de inicio de las clases de los jóvenes, helicópteros haciendo carga de balas en vuelos rasantes- proporciona un escenario dantesco capaz de ser comparado solamente a las peores guerras reaccionarias.

El terrorismo de Estado sigue una escalada creciente, como se puede comprobar en los informes presentados que muestran índices terribles. Por ejemplo, el aumento del 80% en las matanzas y del 128% en las muertes efectuadas por policías, comparados a los índices del año pasado.

Por si no fuera suficiente, el jefe del Ejército, General Villas Bôas, en acto realizado por el Comando Militar del Sudeste en homenaje al soldado Mário Kozel Filho (muerto en un atentado hace 50 años), aprovechó la oportunidad para insultar la memoria del pueblo brasileño. Villas Bôas dijo que «la población se identifica con los valores de las Fuerzas Armadas y posee un anhelo por el restablecimiento del orden».

Ante la platea, compuesta de excelsas personalidades reaccionarias, aprovechó el balanceo para cambiar el rumbo de la prosa. Antes negaba la intervención militar, y allí pasó a admitirla al afirmar: «Yo ni veo un carácter ideológico en eso. Pero, de todos modos, las Fuerzas Armadas y el Ejército, por los que yo respondo, si eventualmente tuvieron que intervenir, sería para hacer cumplir la Constitución, mantener la democracia y proteger a las instituciones». Es decir, intervenir para mantener el viejo orden de explotación y opresión sobre el pueblo y de subyugación de la Nación, que ya de tan podrida se desmorona a ojos vistos. Intervención que no puede ir más allá de dar una mano de cal de más en el sepulcro que es el viejo y genocida Estado brasileño.

El Ejército -guardián y columna vertebral del viejo Estado burgués-latifundista servicial del imperialismo (principalmente el yanqui)- en su intención de intervenir para defender la Constitución (fabricada según los intereses de las clases dominantes y carente de los mínimos derechos para los trabajadores) con el propósito de mantener esta vieja democracia, nacida y mantenida en las entrañas del semicolonialismo y el semifeudalismo, y de proteger a las instituciones erigidas en los privilegios feudales sólo encontrará de parte del pueblo brasileño, principalmente de su clase obrera y de su campesinado, la más decidida resistencia.

El golpe de Estado contrarrevolucionario preventivo -cuyo plan está ya en marcha, siendo expresado en la creciente intervención militar en la vida del país (en resumen, en la ocupación de altos puestos de las instituciones por oficiales militares, además del movimiento de tropas en las ciudades)- viene siendo descaradamente defendido en pronunciamientos de altos oficiales. Uno de los ejemplos es la amenaza oculta al Supremo Tribunal Federal (STF) por el mismo comandante del Ejército, en vísperas del juicio del habeas corpus de Luiz Inácio, y en su discurso en el referido evento, donde afirmó que Brasil está ante la «inminencia de algo muy grave a ocurrir».

Este «algo muy grave» para las clases dominantes será el inevitable levantamiento de las masas contra este viejo orden de explotación y opresión.

Traducido al español por Redspark
Fuente (br):
A Nova Democracia